
¿No están nuestras vidas llenas de virtualidad? Quizá siempre lo estuvieron. Cuando la dama de antaño esperaba la carta de su amado, transportada por barco ¿vivía un amor real o uno virtual? Aquel sentimiento era tan fuerte e intenso que talvez, en el fondo de su corazón, muchas deseaban que nunca llegue a ser real... para que no se estropee.
Bien lo dijo Baudrillard: el simulacro es verdadero.